Como os podéis imaginar esos días son de nervios, la gente suele ver lo bonito de la finca y todas las cosas buenas que hay en ella, yo sin embargo veo más los fallos, lo que falta, trato de que todo este perfecto, quiero estar a la altura de las circunstancias, de siempre he sido así.

Lo cierto es que no había tiempo para cambiar nada, lo que había es todo lo que podía ofrecer.

Días más tarde Cesar me confirmaría que el tenía la misma forma de ver las cosas siempre trabajando para hacerlo mejor, siempre buscando superarnos, damos prioridad a lo que falta por hacer y no a lo que ya esta hecho.

Son las seis de la tarde y se acerca el gran momento, están viniendo desde Madrid y por fin vamos a conocernos, en segundos repaso los 22 años de trabajo en la finca, y me doy cuenta de que es un punto de inflexión en mi carrera, ni en mis mejores sueños habría pensado vivir el momento que estaba a punto de suceder, aun así y muy en mi línea, continúo con mis tareas habituales, regando y repasando mentalmente todo lo acontecido esas últimas semanas.

Por fin entra el coche en la finca y Cesar mira a su alrededor, sonríe y viene directo a darme un abrazo, en ese momento los dos, como perreros que somos, nos olfateamos y nos parece que ya nos conociéramos de antes, esas intuiciones que a veces tiene uno y no sabe por que, directamente nos vamos juntos a pasear por la finca, lo primero que me dice es : “ que bonito es esto compadre”, yo le respondo que antes era mucho mas bonito que los de el tren de alta velocidad me expropiaron diez mil metros preciosos y trece años de trabajo, él me mira muy serio y me dice que a él le paso lo mismo en su rancho, a continuación me comenta: ”me parece que tu y yo tenemos muchas cosas en común”, y, efectivamente según pasamos los días nos dimos cuenta que eso era así.

Yo nunca diría que somos iguales, pero si que de alguna forma somos complementarios, nuestra historia lo confirma de muchas maneras, no solo nuestra afición a los perros y las plantas ,si no en muchos detalles algunos altamente casuales, nuestras mamás se llaman María Teresa, nuestra historia está unida a los animales y la naturaleza desde niños, nuestras manadas también eran complementarias, él tiene una manada de machos, yo de hembras.

Muchos detalles nos unían de manera evidente así que la hermandad se produjo de inmediato y tuvimos tiempo de compartir experiencias anécdotas y anhelos en las semanas siguientes. Más allá de los perros, mantuvimos gratas conversaciones sobre lo humano y lo divino, no en vano lo espiritual forma parte de nuestras vidas desde nuestros comienzos. Fue un encuentro mágico.